lunes, 15 de mayo de 2017

Crítica de Sergio Sosa Battaglia, en Desde la Platea:

Hermosa crítica de Sergio Sosa Battaglia, en Desde la Platea

http://www.desdelaplatea.net/criticas/teatro:--ano-cero-un-sonido-incesante---busqueda-y-reflexion-en-una--composicion-actoral--de-susana-yasan-descollante-711/?recomendado=0




TEATRO: "AÑO CERO, un SONIDO INCESANTE". 
Búsqueda, y Reflexión en una composición actoral de Susana Yasan descollante.

Un ámbito despojado, en la penumbra un grupo de personas en círculo van desarrollando movimientos, arranques expresivos, uno de ellos realiza música incidental el cual da clima al público en sala. Se apagan las luces, y surge la creación coral. La protagonista es la palabra, la cual a través de la perfomance que realiza SUSANA YASAN uno recorre todos los estadios en la búsqueda de ese ser complejo que es Cero, ella misma en su recorrido nos dará ese significado de la vida.

Como quasi “madre en parición” irán apareciendo tres personajes, que reflexionarán en un mundo en caos, en un mundo carente de forma o estructura, ese primero será la maga y/o hechicera Cassandra, la cual expresará toda la carga de culpa que siente por no habérsele escuchado ante la batalla, ante la caída de la ciudad, ante las muertes, Yasan nos lleva a sentir el dolor en ideas, y su crueldad en su expresión, el grito desgarrador será su resumen. Sus excelentes compañeros de actuación: VERONICA ALLOCATI, CECILIA ARRASCAETE, CECILIA MARTIRE, MARIANO PEREZ DE VILLA, ayudan a trasladar a través de elementos la acción a sus diversos vericuetos de la mente humana. Seguirá pues la gran literata Safo, quien muestra su lado de lucha por el aquí y el hoy, su presencia ante el mundo en sus frases serán su sentimiento y su la ironía. En equilibrio sensorial, uno siente todo el equipo en esta fluidez entre personajes de Yasan y el apoyo en la acción.
El ultimo rol será cuando toma a María Sabina, la chamana, quien regresa a través de su acción a la esencia de la búsqueda del ser.

En resumen: comenzamos en un caos, el año… Cero emerge a través de los murmullos de la nada, de sonidos guturales a parir sus ideas, personajes como en parto; la culpa de Cassandra, la reflexión de Safo y el paganismos ancestral de María Sabina. Ese camino, tan asfixiante que el espectador siente, repentinamente llega a la esperanza, a un valle que da respiro y que me lleva a decir justamente, de la nada se emerge y que la esperanza es latente permanentemente, en ese camino transitamos por “nuestra historia propia” para afrontar el mundo en caos constante.
Una noche de teatro no lineal, que lleva a la reflexión, uno luego de ver AÑO CERO… no sale impávido sino en búsqueda, por tanto, finalidad cumplida.

Sergio Sosa Battaglia

domingo, 7 de mayo de 2017

Crítica de Ladislao Serrano

Hermosa y muy interesante crítica, publicada en Espectáculos de Acá. Por Ladislao Serrano.

http://www.espectaculosdeaca.com.ar/ano-cero-2/




Recomenzar

Año Cero (Un sonido incesante) irrumpe en la escena porteña de teatro off como si fuera una promesa. Es decir, cuando la intuición prima, siempre tendemos a serenarnos ante estos golpes de sensaciones abstractas, eufóricas, primales y, por qué no, sin sentido alguno. Ya que toda obra experimental (poético/ musical/ performática) que exceda, pero que no repela, ni niegue la forma clásica, siempre se nos presenta como un augurio denso y calmo, pero de alegre porvenir, recitado por un buen chamán. Año Cero promete ser una obra experimental en la que poesía, música, danza y actuación irán más allá, o se correrán de ciertos parámetros.

La obra parte de una idea de Susana Yasan (la actriz protagonista de Año Cero) y Lamberto Arévalo quien se encarga de la dramaturgia y la dirección. Los disparadores de la actriz y el director son tres personajes: la chamana mexicana María Sabina, la poeta Safo y el mito griego de Casandra. En los temas vislumbramos un recorte que es tanto poético como femenino. Y no es arbitrario, creemos, dicho recorte. Año Cero se sitúa en un mundo cuyo futuro es lejano y se presenta derruido. Se trata de una tierra baldía en donde un ser vuelve a pensar y a plantear las nuevas posibilidades de reproducción de un pensamiento nuevo cuya única razón, tal vez, sería el tomarse a sí mismo con una completa y total desconfianza experimental. Es decir: volver a pensarse pensando, desde la nada. Y siendo algo: en este caso, una mujer.

Y es la mujer el protagonista. Sobresalen ellas: Verónica Allocati, Cecilia Arrascaete, Cecilia Mártire y la genial y bestial Susana Yasan. Tocan, danzan, se apretujan y contorsionan al son de ritmos y músicas tocados por ellos mismos. También hay lugar para el hombre: Mariano Pérez de Villa encarna un machote alfa sideral y sexual pero problemático y polémico. Es aquí, en lo sexual y erótico donde la obra más bucea. Y vale decir que bucea tal vez sin saber hacia dónde va o qué quiere significar. Pero justamente, eso es lo que atrae del arte experimental. No hay certezas, no hay verdades. Hay arte, fallas, búsquedas de verdad. Hay caminos posibles desde cualquier polvareda de muerte y ruina. Hay sexo en cada esquina miserable. Hay amor, hay juego y potencia. Año Cero es una obra que desconcierta y en su pretensión y potencia, en sus fallas, es donde se hace más fuerte. Después de todo: ¿Qué pensaríamos, qué haríamos, si hubiera que volver a pensar y a besar? Seguro haríamos todo de nuevo pero mejor. Naceríamos en el Año Cero.

domingo, 2 de abril de 2017

Bella Crítica de María Evangélica Vázquez!

http://leedor.com/2017/04/02/ano-cero-un-sonido-incesante-lamberto-arevalo-y-susana-yasan/



Año Cero resulta una obra onírica, donde las asociaciones libres, la arbitrariedad de los gestos y lo imprevisible guían el camino del espectador. Nos encontramos aquí con lo informe, aquello sin contornos que lo defina, como en un sueño. Lo más inquietante de este sueño-pesadilla sobre el futuro del planeta es su posibilidad de volverse real.

La sinopsis es simple: Año 2100. Pasó una nueva guerra mundial que dejó al planeta convertido en un desierto yermo. La acción transcurre en un sitio recóndito donde hoy se encuentra Latinoamérica. La protagonista, Cero, es una mujer de una comunidad extinguida, rescatada por una tribu que ha sobrevivido. El símbolo de un caracol gigante nos habla de la fuerza de vida que persiste aún en la tierra más árida y despoblada: hay casi un mensaje ecológico, una invitación a recuperar nuestro vínculo con las fuerzas de la naturaleza, al mismo tiempo que ahondamos en las voces lejanas de grandes y sabias mujeres que tanto tienen para decirnos.

Sonidos guturales, movimientos animales, instrumentos tocados al azar, percusión, cuerdas, ukelele, teclado. Un hueso enorme. Un compuesto de elementos eclécticos. Año cero es un viaje a través del tiempo, un futuro-pasado es el oxímoron perfecto para definir su ubicación temporal. Digo que hay una contradicción entre estos dos términos porque aquí vemos un futuro que se parece llamativamente a un pasado primitivo, tribal, rudimentario, un mundo arcaico que ya no existe. Y el cero alude a eso, justamente: el hombre avanzó tanto que retrocedió. ¿Será una vuelta a los orígenes? A lo largo del viaje que propone Cero escucharemos citas de la poetisa Safo, la profetisa mítica Casandra y la chamana María Sabina. La poesía puede ser como una patria donde refugiarse. La intertextualidad es la estrategia utilizada para reunir voces de distintas procedencias. El canto se muestra como la solución a las guerras y los conflictos humanos. El texto es tan importante como el contexto, la situación en la que se ve inmersa su protagonista es sugerida pero no explicitada del todo. El espectador tendrá que reconstruir la escena con su imaginación.

En tiempos de la aldea global, de las comunicaciones inmediatas, la tribu aquí presente propone un escenario donde las palpitaciones, los impulsos, las pulsiones son más fuertes que las palabras. O las palabras vienen a continuar los caminos que trazan los cuerpos; estos nunca descansan y no paran de sugerir historias, ramificaciones posibles, que, junto a lo enunciado mediante el discurso intermitente y los anárquicos sonidos generan un clima de extrañamiento muy fuerte porque hay poco que podamos reconocer en este paisaje desolado: un desierto, sí, pero uno muy diferente al que podemos encontrar en nuestra geografía.

Susana Yasan y Lamberto Arévalo son los autores de la idea original; la dramaturgia y dirección son de Arévalo. La interpretación de Susana Yasan es fuerte, conmueve y opera como hilo conductor de los otros trabajos de actuación que acompañan su protagonismo desde un lugar más físico y sonoro: Verónica Allocati, Cecilia Arrascaete, Cecilia Mártire y Mariano Pérez de Villa, desempeñan con todo su potencial estos papeles que funcionan adecuadamente a nivel grupal. Son roles cuya función es sostener el gran caudal expresivo que conlleva el rol de Cero y no dejarlo caer.

La obra no puede entenderse mediante un sentido lineal: lo que nos otorga es una especie de mapa para interpretarla. Como establecen Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía?: El arte, la filosofía y la ciencia trazan planos en el caos. El artista se sumerge en el caos para salir con un plano. El autor de esta pieza sigue la línea filosófica de Deleuze y seguramente ha leído este texto. Lamberto otorga a cada uno el mapa que quiera para poder sortear las partes más crípticas de su obra. En definitiva, Año cero no deja de ser un enigma porque lleva un halo de misterio alrededor de cada frase, cada movimiento. Los cuerpos señalan un camino, pero el enigma seguirá allí al final de la obra para que cada uno complete a su manera todos aquellos espacios desprovistos de explicación.
Ficha técnica

Ideo Original: Susana Yasan y Lamberto Arévalo; Dramaturgia: Lamberto Arévalo; Intérpretes: Susana Yasan, Verónica Allocati, Cecilia Arrascaete, Cecilia Mártire y Mariano Pérez de Vill; Música Original: Lamberto Arévalo, Cecilia Arrascaete y Mariano Pérez de Villa; Diseño de Iluminación y Objetos: Fernando Dopazo; Realización de Objetos: Verónica Allocati y Fernando Dopazo; Diseño de Vestuario y maquillaje: Silvia Zavaglia; Realización de Vestuario: Mariela Martínez y Verónica Allocati; Asistente de Dirección: Mariela Martínez; Dirección: Lamberto Arévalo

Prensa: Silvina Pizarro

Funciones: Todos los sábados a las 19.30 hs. (hasta el 13 de mayo –inclusive) // En Patio de Actores, Lerma 568 // Tel. –Informes: 4772-9732 // Entradas $200.- (Estudiantes y Jubilados $150.-)
Reservas: LINK: http://www.alternativateatral.com/obra44747-ano-cero-un-sonido-incesante

miércoles, 29 de marzo de 2017

Crítica de Jésica Guarrina

Muy bella crítica de Jésica Guarrina.

LINK: https://spectavi.wordpress.com/2017/03/28/ano-cero-un-sonido-incesante/



Este singular espectáculo busca rendir homenaje al conocimiento intuitivo y visceral. Surge de una combinación acertada entre teatro, expresión corporal y sonidos producidos en vivo a través de instrumentos musicales, así como de objetos construidos con elementos provenientes de la naturaleza. Al inicio de la pieza, asistimos a una especie de ritual chamánico, acto característico de las culturas amerindias antiguas, de posible inspiración arraigada en los relatos de la chamana mexicana María Sabina. Enseguida, somos trasladados junto a Cero (Susana Yasán), la protagonista de la obra, a tierras desérticas y apocalípticas. La acompañan, a lo largo de su tránsito, las llamadas “presencias” (Allocati, Arrascaete, Mártire y Pérez de Villa), actores personificados según rasgos animalescos, a la vez que humanos y hasta suprahumanos. Poco hablan, pero se expresan enfáticamente mediante gestos, ademanes, pequeñas danzas y movimientos coordinados. De ninguna manera, Cero, apoyada en sus largos parlamentos, queda sola o desligada del resto de los elementos escénicos y personajes. Todo fluye como un conjunto milimétricamente planificado en sus acciones. Tal como una narración representada de fin de mundo –espectáculo que apunta al género del teatro poético- esta historia nos re-conecta, simultáneamente, con la unidad originaria que ha posibilitado el inicio del universo y su devenir.

Además de María Sabina, la dramaturgia hace alusión a otras dos mujeres. Se trata de Safo y Casandra, profetisas de la antigüedad griega: una real; la otra, mítica. Siguiendo el caso de Casandra, se dice que ésta había recibido sus dotes proféticas por intermedio del dios Apolo, quien se había enamorado de ella. A raíz de este hecho, la leyenda también cuenta que habían establecido un pacto de intercambio: instrucción en la adivinación del porvenir a cambio de su entrega al dios del Olimpo. Así, Casandra recibe la enseñanza; sin embargo, tras rehusarse a unirse a Apolo, pierde el don de la persuasión, no así el de la profecía. La profetisa es “inspirada”, poseída por el dios y en pleno delirio, es capaz de formular sus oráculos [1]. En cuanto a Safo, poetisa griega de Lesbos, algo olvidada en su tiempo, pero recuperada y popularizada posteriormente por los poetas romanos, se sabe que vivió entre el 650 a.c y el 580 a.c y que sus poemas incluían fuerte contendido amoroso.

Cero, tomando facetas de Safo y Casandra, versa sobre el amor y también posee cierto conocimiento milenario, una conexión intensa con las entrañas de la tierra, una ligazón especial con las fuerzas de la naturaleza. Su mensaje, si bien frío y devastador al comienzo, resulta esperanzador al final. Su interrogante por la persistencia de la poesía de los pueblos remite a los estudios acerca de la cultura popular de nuestros días: ella, en un momento determinado de la obra, interrumpe sus reflexiones y se pregunta a sí misma algo aproximado a “si una nación o pueblo podría ser capaz de vivir sin su poesía, sin sus versos”. De este modo, el espectáculo no solo configura un no-espacio, un no-tiempo marcado por la devastación arbitraria de los planos material y espiritual de la raza humana sino también, por la propia responsabilidad del hombre en su destino antropológico, social y cultural signado por dicha destrucción.

Resultado de logradas interpretaciones individuales, a la vez de una excelente fusión colectiva entre los actores -sumado a ciertos pasajes en que los personajes inmóviles se posicionan y permiten que la luz recorte sus siluetas al estilo de los planos pictóricos o fotográficos surrealistas-; Año Cero (un sonido incesante) se erige como una propuesta diferenciada dentro de la oferta teatral actual de la Ciudad, y como una apuesta a la entrega con lo más íntimo de nuestro Ser.

[1] GRIMAL, Pierre [1951]; Diccionario de mitología griega y romana; Paidós; Buenos Aires; 2004; págs. 89-90.

jueves, 9 de marzo de 2017


El Sábado 18 de Marzo nos juntaremos para celebrar que se viene el Re-Estreno de
AÑO CERO (UN SONIDO INCESANTE), el 25 de marzo en el teatro Patio de Actores.

Te invitamos a festejar y colaborar con la producción.
La entrada será libre e iremos pasando la gorra.
Habrá Dj´s, shows, videos, bebidas y comidas.
Te esperamos!!!
(Dirección de la fiesta por inbox)